- Anabel Cervantes Alva
No más
Desolación en la piel que recién nacida
ya tiene memoria.
Rojo vivo en la tierra
que mis antepasados mutilados germinan.
Tinieblas en el alma que mece la cuna del pequeño lobo,
que aún no aúlla y ya mama toxinas.
Pecado en los ojos del lobo que vive en laderas de nieve
y devora lo bello por diferente.
Gas pimienta en el tumulto enfurecido
que sin voz como el trueno grita,
que sin crimen paga condenas,
que sin dormir sueña,
y sin alas levita.
Pureza en la negritud de mis hermanos,
belleza en el color de su alegría,
Pólvora que culturas no asesina,
púlpito de pseudo hombres que se sienten dioses,
pero son el diablo cuando discriminan.
Gritar
Gritar
Gritar más fuerte al lobo que asesina,
reventad los cepos en las sienes de sus bancos y avenidas
y evaporar la nieve con el fuego mágico de su algarabía.
Sonar
Sonar
sonar tambores más alto,
reconstruir con su ritmo las nuevas pupilas.
Filtrar de la leche las malditas toxinas
y destruir el púlpito rancio
que por tan alto
de la ley haya el atajo
que mutila
que incrimina
y asesina.